23.5.07

Bárbara

Con la Bárbara nos conocimos cuando estábamos en cuarto medio, íbamos al mismo preuniversitario en Viña. Ella estudiaba en las Monjas Francesas, yo en el Compañia de Maria. Las dos teniamos las mismas clases en el preuniversitario y queriamos entrar a la USM, a ingeniería civil.

Tuvimos afinidad desde la primera vez que conversamos y tratábamos de sentarnos juntas en clases para analizar entre las dos los ejercicios de matemática que nos daban.

Hicimos varios ensayos de PAA y después ibamos juntas a ver los resultados que publicaban en unas hojitas pegadas en la pared de la escalera del preuniversitario. Nos iba bien a las dos y confiabamos en que seriamos compañeras de curso en la USM el año siguiente.

Y el 92' quedamos las dos en la USM, en ingeniería civil. Nos encontramos el dia de la matricula mientras esperabamos fuera de la C-201 que nos fueran llamando en orden de selección. Las clases empezaban algunos dias después y quedamos de acuerdo en ir juntas, en parte para evitar el mechoneo, en parte para no sentirnos tan perdidas en ese nuevo mundo que era la USM.
Nuestra primera clase fue un dia martes a las 8am, Algebra I en la B-350, llegamos como media hora antes y la sala ya estaba llena, llena de novatos y novatas como nosotras ansiosas por empezar la vida universitaria. Y al dia siguientea Cálculo I, y asi empezamos a ir juntas a clases, también a estudiar a la biblioteca, tomábamos café en el patio central y ahogábamos algunas penas.
Aunque después escogimos especialidades distintas de ingeniería y ya no teníamos tantas clases en común pasamos toda nuestra vida universitaria juntas, después en la biblioteca cada una estudiaba lo suyo pero siempre seguimos conversándonos un café y también lo otro...

Cuando egresé de la USM me vine a trabajar a Santiago, y la Barbara alternaba Viña con Europa pero siempre seguimos en estrecho contacto, por teléfono o por mail.

A veces siento nostalgia de la época en que nos juntábamos a darnos el abrazo de año nuevo en el patio del cañón, de cuando nos poniamos a arreglar el mundo sentadas al lado de la piscina de la U y cuando de puro aburridas haciamos las apuestas mas extraordinarias (y las cumplíamos!).

Sin duda mi vida universitaria no habría sido tan entretenida sin ella.

Pero lo mejor es que nuestra amistad trascendió la época universitaria y hoy después que han pasado 16 años desde que nos conocimos seguimos mas amigas dia a dia.

Y me siento feliz porque ella ahora, lejos de acá, es muy feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lorena, me encanto lo que escribiste, entretenido y completamente real. Me encantaron tambien las fotos de los ositos.
Saludos!!